jueves, febrero 16, 2023

Masiosare, pomporruta, Burundanga y los senos de hombre




Un día, a la hora de las complacencias en una estación del radio del Bajío, llama una señorita para pedir una canción.

-¿Cuál quieres escuchar? -dice el locutor.

-La de los senos de hombre.

-¿Cómo?

-La que dice: “qué bellos son tus senos de hombre”.

Se refería, por supuesto, a “Qué bello”, de la Sonora Dinamita, que en realidad dice: “qué bellos son tus celos de hombre”.

El problema es que, desde entonces, ya no puedo escuchar esa canción sin pensar en un hombre con senos.

Ese, el de cambiar la letra a algunas canciones, ya sea por haberlas escuchado mal, por mala dicción de los cantantes o por razones de juego, tiene su nombre, de acuerdo con la RAE. Pomporruta, que se refiere a una canción falangista española que dice “voy por rutas” (esos señores de la RAE, tan adictos a lo facho y con un ejemplo malito). En Argentina hablan del General Susvín, porque “Susvín culos rompió”. En México, creo, podíamos hablar de Masiosare, un extraño enemigo que aparece en el Himno Nacional (y no faltará quien piense que Masiosare vino a profanar nuestro suelo con unas plantas venenosas que trajo de quién sabe dónde).

Es común que, por diversas razones, cambiemos la letra a algunas canciones. Se trata de un fenómeno estudiado, pero sobre todo divertido, que nos dice que en ocasiones el cerebro del escucha llena los vacíos en oraciones que no entiende. La pomporruta se establece cuando el escucha se queda con la versión equivocada de la canción, poema o frase. A base de repeticiones, el texto se vuelve otro.

Yo tengo claras dos pomporrutas o masiosares personales. Uno es de una canción de Fito Páez, Circo Beat. Yo la primera vez que la escuché, oi “Cinco Mil”… y creo que, a diferencia de lo que sucede con otras pomporrutas, en esta decir “cinco mil” no cambia mucho el significado de la canción.

La segunda pomporruta es de la canción “Burundanga”, que interpreta Celia Cruz, y es heredada de mi madre, a quien le encantaba jugar con las palabras. Para mí, “Bernabé le pegó a Fuchilanga porque a Burundanga le jincha lo pie”. Digo, está clarito: Fuchilanga le hizo una brujería a Burundanga, que le hinchó los pies. Bernabé, amigo de Burundanga, lo defiende. Borondongo es amigo de Fuchilanga y Songo es del bando de Bernabé y Burundanga.

Resulta que es Muchilanga, pero mi mamá usaba Fuchilanga para la canción y para regañarnos a mi hermano y a mí por cochinos. Y en la original, Muchilanga “le echó” a Burundanga. Entonces la cosa se complica, porque ¿qué le echó Muchilanga a Burundanga? ¿Algo que le hinchara los pies o una curación? Si es lo segundo, entonces los bandos son bien distintos: Muchilanga, Burundanga y Borondongo, de un lado; Bernabé y Songo, del contrario.   

Otra pomporruta (ni modo, seguimos a la dictadora RAE) que he escuchado: “En lo alto de una gruta serranía”, en donde ya hay una especificación de que el campamento de la Adelita estaba sobre una gruta en la abrupta serranía.

Hay unas deliberadas, como la de las Ardillitas de Lalo Guerrero, que cantaban villancicos con humor blanco:

- “¿Quién le da posada a este par de gringos?

-¡Pánfilo!, ¡No es par de gringos, es peregrinos!"

Finalmente, están las versiones comerciales de distintas canciones populares que, a fuer de repetición, se nos quedan en la mente y sustituyen a la letra original. Pomporrutas forzadas.

Dos ejemplos personales: no puedo escuchar “Jingle Bells” sin pensar que dice “Ginger Ale, Ginger Ale, para tu jaibol”. Y me costó trabajo regresar a la versión original de “La donna è mobile”, porque en mi mente seguía “…in automobile”, de no sé qué anuncio de mi infancia.

Ojo, no hay que confundir las pomporrutas, masiosares o susvines con los soramini (que son búsquedas, y suelen estar en el mismo idioma) o con las traducciones homofónicas (de las cuales yo tengo un par en este blog).

"Qué bellos son tus senos de hombre" 


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