Pudo haber sido la atleta olímpica más laureada de la historia, pero la política se interpuso. Aunque probablemente también fue la política la que la ayudó a llegar a las alturas del Olimpo. Los tiempos de Kristin Otto le dieron para brillar fulgurantemente sólo en una ocasión. Eso le bastó para ser reconocida como las grande de las Valquirias, que era como se conocía al grupo de nadadoras de Alemania del Este que dominaron las albercas mundiales por tres lustros.
De niña, fue reclutada por sus características físico-atléticas para desarrollarse en una
academia deportiva de la República Democrática Alemana. Aprovechando su gran altura,
se especializó en el nado de espalda. A los 15 años participó en sus primeros Campeonatos
Mundiales, ganando el oro individual en los 100 metros dorso y otros dos en relevos. Ese
año, 1982, empezó a trabajar seriamente en los demás estilos.
Pero, como se esperaba después del boicot encabezado por Estados Unidos a los Juegos
Olímpicos de Moscú 80, la Unión Soviética decidió hacer lo propio para Los Ángeles 84,
llevándose consigo a casi todas las naciones que estaban bajo los gobiernos satélites. Esa
disputa política cortó la posibilidad de Kristin Otto para hacerse de varias medallas
olímpicas.
La URSS organizó en su suelo los primeros Juegos de la Amistad, como premio de
consolación a los atletas de sus países aliados. Allí compitió Kristin Otto, llevándose varias
medallas, y lo más que podemos hacer es comparar tiempos con los olímpicos: bajo el
supuesto de que los tiempos no hubieran variado entre Moscú y Los Ángeles, se hubiera
llevado 3 oros y dos platas.
Para los siguientes Mundiales, en 1986, la cosecha de Otto fue grande: 4 oros y 2 platas.
Para entonces ya había conseguido podios mundialistas en el estilo libre, espalda, mariposa
y combinado, porque también era buena en el estilo de pecho. Le esperaba la cita de Seúl
88, donde se consagraría.
En la alberca de la capital coreana, Otto conquistó primero los 100 metros libres, quedando
a una centésima del récord mundial. Después, se llevó el oro en una sola jornada en los 100
metros espalda y el relevo libre 4 x 100, que abrió, y en el que las Valquirias establecieron
récord olímpico. Al día siguiente, otra medalla dorada con récord olímpico; esta vez en los
100 metros mariposa. En el relevo combinado 4 x 100 el dilema era con qué estilo meter a
Otto, que había ganado en libre, espalda y mariposa. Los alemanes se decidieron por la
espalda, y al terminar esos cien metros, la carrera ya estaba decidida: sería otro récord
olímpico para las de Alemania del Este. Finalmente, en la prueba más complicada para la
nadadora teutona, los 50 metros libres, también se llevó el oro, estableciendo nuevo récord
olímpico. Seis pruebas, seis oros.
Se hubiera pensado que a Otto le esperaba otro ciclo olímpico de grandes triunfos. Pero el
mundo cambió. En noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín y Alemania se movió hacia
una rápida reunificación. A los pocos días de la caída del muro, Kristin Otto anunció su
retiro definitivo de las albercas. Tenía 23 años.
Después vendría la revelación de la estrategia de dopaje de Estado de la República
Democrática Alemana. Otto negó haber tomado sustancias prohibidas. Compañeras suyas
del equipo de natación lo aceptaron. Años después, cuando trabajaba como comentarista
deportiva en la televisión alemana, Otto afirmó que sus medallas habían sido fruto de su
disciplina y entrenamiento, pero llegó a decir que, si le fue suministrada alguna droga
ilícita, se hizo sin su conocimiento. El caso es que las Valquirias, que habían acumulado 31
medallas de oro en tres Juegos Olímpicos, desaparecieron del mapa junto con la RDA.
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