El más grande exponente de la escuela soviética de natación
jamás ganó una medalla olímpica para la URSS. Su máximo logro, sin embargo, fue
reponerse a una trastada que le jugó el destino, disfrazado de vendedor
ambulante de sandías.
Popov fue el discípulo predilecto del famoso entrenador
Gennadi Touretski, quien lo convirtió en crolista y con el que desarrolló un
estilo de brazada que lo hizo famoso, porque no crea olas. Un nadador
explosivo, se hizo del oro en los 50 y en los 100 metros en los Juegos
Olímpicos de Barcelona, 1992, compitiendo para el Equipo Unificado, que
aglutinaba a todas la ex repúblicas soviéticas, salvo los países bálticos. En
esos juegos también obtuvo dos medallas de plata, en el relevo libre 4 x 100 y
en el relevo combinado, en la misma distancia.
En Atlanta 1996, ya compitiendo para Rusia, Popov repitió la
hazaña, frente a rivales diferentes. Doblete de oro individual en las
distancias cortas por dos olimpiadas consecutivas: algo nunca visto desde los
tiempos de Weissmuller, años veinte. Doblete de plata en los relevos.
En agosto del 96, tres semanas después de su triunfo en
Atlanta, llegó para Popov su cita dramática con el destino. Salía de una fiesta
de cumpleaños con unos amigos en Moscú y uno de ellos se puso a discutir con
unos vendedores ambulantes de origen azerí. Estos hieren al amigo y molestan a
la muchacha que los acompañaba, una nadadora, Daria "Dasha" Shmeleva.
Popov sale en defensa de sus compañeros y un vendedor le clava en el abdomen la
navaja con la que cortaba las sandías. La cuchilla rasgó una de sus arterias,
rozó el riñón y dañó la pleura, la membrana que protege los pulmones. El
multicampeón olímpico pasó 17 días en el hospital y estuvo “grave e inestable” los
primeros. Salió pesando siete kilos menos, con 15 centímetros de cicatriz,
desde el esternón hasta donde inicia el traje de baño. Su vida no sería la
misma.
Meses después, y no sin miedo –según confesó- Popov volvió a
las albercas. Sólo pudo entrenar hasta abril del año siguiente. Lo hizo después
de hacerse bautizar en la iglesia ortodoxa rusa y después de casarse con Dasha.
Dio un nuevo giro a su estilo: “He experimentado con fuerzas muy interesantes
en el agua, que desconocía; ahora es diferente la manera en la que el agua pasa
por mi cuerpo, la forma en que me deslizo”.
Así, llegó a los campeonatos europeos de Sevilla del 97.
Ganó sus dos acostumbrados. En el mundial de Perth 98, se llevó un oro, una
plata y un bronce.
Popov estaba de vuelta. Lo demostró en los juegos de Sydney
2000: Se tuvo que conformar con el sexto lugar en los 50 metros libres, pero se
colgó la medalla de plata en los 100, la más apreciada de su trayectoria. Los
pulmones le dieron todavía para dos oros mundiales en Barcelona 2003. Llegó, a
los 33 años, a los juegos de Atenas 2004. Pero no calificó a la final, y entonces
anunció su retiro.
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