miércoles, agosto 19, 2009

Mitos geniales VI. Edgar Aeropoeta (Biopics)

Conocí a Edgar List en la Escuela Nacional de Economía. Se inscribió a las clases de marxismo de Jorge Martínez Contreras –que, como señalé en su momento, eran bastante heterodoxas-, porque debía la materia. De inmediato nos hizo saber que era hijo de Germán List Arzubide, el poeta estridentista, y pronto comprendimos que compartía con su padre el interés por lo social, el gusto por la provocación, el estudio y la experimentación estética y, sobre todo, el amor por la poesía. 
Si íbamos con él, por ejemplo, a una exposición al Museo de Arte Moderno, la experiencia se potenciaba con sus actos y sus comentarios. Edgar pasaba varias veces junto a un cuadro de Vasarely, esperando que éste le succionara la boina. Luego afirmaba que así había sucedido y que teníamos que colocarnos en el lugar exacto en el que estábamos cuando la ilusión óptica hizo su travesura, porque sólo así recuperaríamos la boina. 
Conocía mucho de autores europeos y, en particular, disfrutaba con los eróticos, que comentaba cachondamente, porque era un poco perverso, al menos de pensamiento y palabra. Una vez estaba leyendo un cuento mío y se detuvo: “Está muy bueno, ya se me está parando”, dijo. 
Otra de sus áreas de conocimiento especializado era la II Guerra Mundial. Gran conversador, describía puntual y emotivamente las batallas y las tácticas: Stalin que enviaba como primera oleada masiva a los miembros de la infantería ucraniana, cuyas casas habían sido quemadas y cuyas mujeres habían sido violadas y asesinadas, porque eran los más enojados y los que no tenían nada que perder. 
Como estudiante, era más bien desinteresado y nunca supe bien a bien por qué se inscribió en economía. Y escribía poesía. Todo el tiempo. Con tenacidad de mosca. Nos la leía, pedía comentarios. La corregía. Volvía días después con una nueva versión. 
Cuando vivimos en Italia Edgar nos visitó varias veces, porque se dio un tiempo –que al cabo resultaron varios años- para rolar por el viejo continente, manteniéndose con los trabajos más inverosímiles, y empaparse de la decadencia del viejo continente (eso decíamos). Allí cotorreábamos, intercambiábamos libros, escritos y comentarios. Allí arrancaba los suspiros de la vecina de junto (ah, un poeta mexicano, de treinta años, seductor, de ojos verdes y sonrisa lasciva) y los enojos de los vecinos (¿qué está haciendo platicando con la niña de doce años… y con esa expresión malévola?). Edgar y yo comentábamos el ritmo de Becerra, la fuerza de Lizalde, las distintas personalidades de Pessoa. Y todos revisábamos su obra en proceso de creación. Corregida y corregida. Leída y releída. Tengo su primer libro, titulado Poemas, y la edición que me regaló tiene correcciones a mano. El poema siemprevivo, nunca acabado, nunca completo, nunca suficiente. 

Como lo dice el mismo en los primeros versos de Balada de un Fugitivo
Dice la prensa: En el último avionazo del ensueño, murieron los peregrinos. 
Dicen que vieron de muerte lamentándose mis planes. 
Treinta proyectos de mago caídos junto al juglar, junto al gitano, 
y todos en el rostro tenían la palidez del sueño perdido. 
  ¡Ay que duele tanto lo inacabado! 
 
Una vez llegó Margherita Bucciarelli por la llave de una moto antiquísima que había comprado junto con Eduardo. Nuestro amigo Mapes no estaba en Módena, y Edgar y yo no estábamos dispuestos a darle la moto sin que él nos lo autorizara (al cabo ya habían tronado y la Amargurita le caía muy mal a Édgar). Cuando ella llegó yo me estaba bañando en la tina. La reacción de Édgar, a la insistencia de Margherita, fue echar la llave a la bañera. 
-Ve y recógela. Ahí está Pancho. 
Chilladero de la otra. Se está allí suficiente rato como para obligarme a salir de la tina. Lo hago y le entrego la llave a Edgar. Él se la coloca de forma que asome por su bragueta. 
-A ver, agárrala. 
Ella hace un tímido intento, él mueve la cadera, entre risotadas. Ella vuelve a intentar, él la empuja hacia sí, ella escapa. La llave y la moto de Eduardo están a salvo. 
 
Durante sus estancias en Módena, Édgar trabajaba en una obra muy loca. Comentaba y recomentaba con nosotros cada línea. Se titulaba La Infancia de Teseo en su primera edición mimeografiada, y era “un poema a cuatro voces para música electrónica”, que le llevaría varios años; posteriormente se llamó La incubación de Teseo en el oráculo de la noche, “poema dramático-onírico a cinco voces para atril o música insólita”. Leído, es un libro raro, con muchos ideogramas, algunos momentos espectaculares, otros difíciles de entender y unos cuantos aparentemente pobres. Recitado por Edgar List es una maravilla (tal vez el problema es que habría que musicalizar esa suerte de ópera hablada, escribir en texto en papel pautado). 

(La versión que tengo, por supuesto, tiene partes tachadas y corregidas). 

Aquí tres momentos: 

 Esa mujer es mitad rueda y viene pedaléandose hacia mí 
 Te amo - me dice 
 R u é d a m e soy tuya… 
 La tomo 
Me la pongo 
La abotono 
  Aaaaaah Camisa! --- 
  Lo-Otro me habla de espaldas 
Y está vestido de negro 
Me está explicando mis miedos 
Con rara voz miserable 
Y dice que no tengo escape 
Que si otro se sueña en mi sueño 
Yo he sido seré sigo siendo 
El más silencioso culpable 
El que no aprende a susurrar 
ssssssss 
ssssssss 
ssssssss 
  Quiere que me crea culpable 
Para poderme habitar 
  Que me sueñe el águila 
Cayendo al mar 
  Que sea mariposa 
crucificarme 
En una habitación brumosa 
  Y crucificaaaaarme… 
  --- Esa caja es tuya 
Tómala 
Tiene la eternidad guardada 
  Cuando la abras (porque la abrirás) 
Saldrá el castigo 
Ya-no-te-podras-ocultar 
  Y de tu sufrimiento 
Surgirá una mujer de negro 
Hará el amor contigo 
Tú la llamaras 
Lamento 
  De esos amores ha de nacerte otro castigo 
Te cortarán un pie 
Y será domingo 
  Tu pie se lo llevará un cuervo 
Y de lo alto lo dejará caer al mar 
Del mar saldrá tu madre 
Y te llevará a pasear 
  Y en el paseo escucharás carcajadas 

 Módena no era una ciudad muy amable para personajes como Edgar. Más de una vez lo corrieron del Centro Histórico, cuando se ponía a vender marroquinería bajo los portales, y es que él tenía un cierto regusto por la marginalidad y el hambre, tal vez porque creía que esas circunstancias alimentarían su poesía. También por la provocación interna: una tarde regresamos de la Facultad y la casa apestaba: Edgar había hervido el bofe destinado al gato (pedazos de pulmón) y se lo había comido. 
Como buen futurista romántico, buscaba hacer poesía de su vida, a lo mejor desaprendiendo a vivir. En 1977, Edgar List se fue a Francia, a vivir en una buhardilla y buscar comida y vestido de los basureros, más tarde hizo correr el rumor de que había sido asesinado por unos magrebíes en una bronca de bar –en realidad era una estratagema para huir de sus acreedores, dijo después-, superó un cáncer, terminó sus estudios en la Universidad de París, trabajó de taxista en la ciudad de México, pudo encontrar un jazzecito en mis poemas sobre Blade Runner, publicó Aventuras Metafísicas de Edgar Aeropoeta (y se puso ese nombre), colaboró brevemente para El Nacional, dio cursos de poesía allí donde se dejaran, también aparecieron textos suyos en Alforja (la revista de poesía de José Vicente Anaya y Víctor Monjarás), en antologías y en publicaciones varias. 

Muy de vez en cuando reaparece, como un rayo, hablamos de poesía y ontología, y vuelve a las sombras. Ha vivido en y para la poesía. No conozco a nadie con tanta vocación.

Edgar, fotografiado en mi oficina, la última vez que lo vi.
Murió en 2016


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Busco a Edgar List desde hace aaaaaaaaaaañossssss....

Por favor dele mi recado, si él recuerda a Dina y a Rachid tanto como lo recordamos nosotros siempre...y si no también, que si quiere me escriba:
dpdidonato@hotmail.com

Muchas gracias por hablar de él.
dinapiera di donato

Alba Calderón dijo...

Es bueno compartir la buena poesía. Y mejor es ayudar a leerla, mejor.

Si el poeta quisiera platicar un día con una curiosa a la que le gustaría hablar con él, que me escriba por favor. alba_edi@hotmail.com

Anónimo dijo...

BUENAS TARDES, HOY TUVE LA OPORTUNIDAD DE CONOCERLE Y ESCUCHAR POESIA DE AEROPOETA, GRACIAS POR EL TEXTO...FELIZ TARDE.

Anónimo dijo...

El poeta mexicano Edgar List Eguiluz, hijo del famoso estridentista Germán List Arzubide y conocido como Edgar Aeropoeta, se encuentra mal de salud, afectado por el mal de Parkinson, y sin posibilidades de financiarse un tratamiento curativo. List, autor de La incubación de Teseo en el oráculo de la noche, “poema dramático-onírico a cinco voces para atril o música insólita” y de Aventuras Metafísicas de Edgar Aeropoeta, entre otros libros, organiza un comité para que sea apoyado para recibir tratamiento en Cuba. Por lo pronto, está lista una cuenta de apoyo, en el Banco HSBC, es la cuenta 100698290, a su nombre.

monica dijo...

EDGAR LIST EGUILUZ,
BANCO HSBC
CUENTA NUEVA
6363621353

JuanManuel Vilchis dijo...

Edgar.
Sigues en la inmensidad del recuerdo tan efímero como la historia del libro que he escrito en el olvido y que recuerdo aun no has editado.

Vilchis !



vilchs88@yahoo.com

Anónimo dijo...

Edgar acaba de morir lp sentimos todos. Para informes con su sobrino en Facebook Jorge roald Aranda list

Anónimo dijo...

Edgar acaba de morir. Informes con su sobrino Jorge roald Aranda list en Facebook