Krisztina Egerszegi es la nadadora más joven en obtener un oro olímpico. Es la segunda, tras Dawn Frazer, en conseguir tres preseas doradas en la misma prueba durante tres juegos olímpicos consecutivos. Es la máxima ganadora de medallas de oro individuales en la natación femenina. Es, además, uno de los casos más claros de talento natural para un deporte. Pareciera que Egerszegi estaba más en su elemento en el agua que sobre la tierra.
Aprendió a nadar a los cuatro años, cosa normal. Lo que no es normal es que a los cinco años ya llamara la atención del entrenador del equipo nacional húngaro, y que a los seis ya fuera alumna de uno de los coaches de elite de la nación magyar. A los doce, era parte de la selección mayor de su país. Se entrenó en los cuatro estilos, pero su fuerte, su natural, era el nado de dorso.
Se estrenó en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, a los 14 años. Pesaba entonces 44 kilos, 20 menos que la rival más liviana. Aún así obtuvo el oro en los 200 metros espalda, rompiendo de paso el récord olímpico, y la plata en los 100 metros del mismo estilo.
Tras ser doble campeona mundial en 1990, su siguiente cita olímpica fue en Barcelona 92. Ahí sería la reina de los juegos. Ganó tres medallas doradas: en los 100 y 200 dorso y en los 400 combinado individual, demostrando que no sólo era una especialista, sino una nadadora completísima.
No destacó en lo Mundiales de 1994 (si por no destacar se entiende ganar sólo una plata), y eso, en vez de empujarla al retiro, la llevó a retarse a sí misma para Atlanta 96. Repitió el oro en los 200 metros espalda y se llevó el bronce en los 400 combinados. Decidió no competir en los 100 metros dorso, pero curiosamente, el tiempo con el que abrió su nado en los cuatro estilos (precisamente es el nado de espalda) era suficiente para ganar el oro en la prueba en la que no se inscribió. De ese tamaño su dominio en la especialidad.
¿Cuál era el secreto de Krisztina? La referencia es que le encantaba entrenar, que no ponía reparos a las exigencias de su entrenador Laszlo Kiss, que le gustaba mucho estar en el agua. Que para ella no era una agonía, sino un gozo. Cuando se retiró, declaró que ahora nadaría por diversión: siempre lo hizo por gusto. Egerszegi es la mejor respuesta a la eterna pregunta: "¿Qué cuenta más, el talento o la disciplina?". Ninguno por sí solo es suficiente y cuando la combinación es al 100 por ciento, el resultado es la gloria olímpica. Hay un asteroide que tiene su nombre.
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