Una tarde en casa de Eduardo Mapes, me preguntó:
-Papá, ¿cuándo va a regresar a su casa el tío Eguardo?
Evidentemente, suponía (o eso le habían dicho) que cuando Eduardo regresara a su casa, yo regresaría con ellos. Le tuve que decir que eso no tenía qué ver, y que yo no iba a volver.
Raymundo, en cambio, se hacía el fuerte. Le decía a su hermano: “lo de la separación es muy fácil: antes teníamos una casa, ahora vamos a tener dos”. Pero también le dolía el asunto, y eso no era sano. Por eso, en la Fería del Libro Infantil, le compré un librito titulado Digo lo que Siento.
En esas fechas quedamos que sería yo quien llevaría a los niños la semana que nos tocaba en el tiempo compartido de Acapulco. La recuerdo como muy divertida. Una anécdota es que Raymundo anduvo moliendo todo el tiempo, preguntando cómo era que tenían sexo los homosexuales.
-Estás muy chiquito para saberlo.
Pero siguió muele y muele. Cuando por fin se lo expliqué, exclamó:
-¡Tenías razón, estoy muy chiquito para saberlo!
En el aeropuerto, cuando esperábamos el avión de regreso, me encontré con un cuate que había estado en el Comité Nacional del MAP, Antonio Simón. Estuvimos platicando un buen rato (por fin platicar con un adulto después de una semana de hacerlo sólo con mis hijos pequeños). A las pocas semanas, Antonio fue asesinado en Pátzcuaro.
La ruptura definitiva vino una mañana en la que yo estaba con Taide en casa de Mapes. Habíamos desayunado en Los Pinos (Taide encabezaba a su generación de Economía, y Salinas les había ofrecido un convivio) y Patricia llamó, con un pretexto. Le dije que estaba ocupado, pero igual fue al departamento de Eduardo. Como no la dejé entrar, se enojó mucho y lanzó insultos y amenazas diversas (algunas de las cuales se esforzó posteriormente en cumplir). Yo tuve que darle explicaciones a una Taide muy sacada de onda y, luego de despedirnos, fui a hablar con Patricia. Le dije que estaba sinceramente enamorado y que la separación era definitiva.
Ella respondió sugiriendo que Taide no estaba conmigo por amor, sino buscando alguna otra cosa. Estaba rotundamente equivocada. Esa respuesta también me dijo que Patricia suponía que yo no era capaz de concitar amor del bueno.
Al día siguiente cayó el Muro de Berlín. Literalmente.
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