jueves, marzo 14, 2024

Glorias olímpicas: María del Rosario Espinoza


La de María del Rosario Espinoza es una historia que comienza de manera parecida en muchas partes, pero rara vez termina tan bien. A la niña, hija de una familia de pescadores en La Brecha, Sinaloa, le gustan los deportes de contacto. Al papá le gustaba el boxeo, pero en el pueblo sólo hay una escuelita de taekwondo. Ahí entra Chayito a los cinco años y rápido destaca. La ponen a combatir contra niños y les gana. También a los más grandes.

Pronto el gimnasio local le queda chico; no tiene rivales. Niña todavía, va diariamente a entrenar a Guasave (escondiéndose o haciéndose la dormida en el camión para no pagar, según el corrido que lleva su nombre). Con el talento y la constancia viene una seguidilla de triunfos: en la Olimpiada Nacional Infantil, a los 12 años; en el Panamericano Juvenil, a los 15; campeona nacional a los 17. Su primera prueba en el ciclo olímpico fue a los 18, en los JCC de Cartagena 2006, donde obtiene la medalla de bronce.

Al año siguiente viene el salto cuántico. Se hace de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Río y se corona campeona mundial en Pekín en la categoría de menos de 72 kilos, derrotando a la coreana Lee In-jong.

En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, donde hay menos divisiones de peso, se esperaba una final entre María del Rosario y la bicampeona olímpica y campeona mundial de la categoría máxima, Chen Zhong, conocida como “La Reina del Taekwondo”, pero el sorteo resultó desbalanceado, y tanto la china como la mexicana quedaron en “la llave de la muerte”. Espinoza se deshizo con relativa facilidad de la tunecina Ben Hamza y de la sueca Kedzierka. Se esperaba una semifinal contra Chen, quien aparentemente había derrotado a la británica Sarah Stevenson, pero los del Reino Unido protestaron porque no se había contabilizado una patada al casco de parte de su competidora (todavía no existían los dispositivos electrónicos). Tras una larga revisión, el triunfo fue justamente otorgado a la británica… quien cayó fácilmente ante María del Rosario en la semifinal. Tampoco hubo mayores problemas en el combate contra la noruega Nina Soheim, y Espinoza se llevó el oro,.

Vendría un ciclo olímpico más complicado para María del Rosario, con la aparición de taekowndoínes muy altas, ligada a la inclusión del sistema electrónico de puntuación, que hizo disminuir la explosividad de las acciones de combate y favoreció a quienes tenían más facilidad de puntuar (es decir, a los de elevada estatura). Antes de los Juegos Olímpicos de Londres sólo consiguió un oro, en los JCC de Mayagüez y no fue parte del equipo mexicano en los Panamericanos de Guadalajara. Pero eso no la arredraría, se había estado adaptando. En los juegos de 2012 inició ganando con dificultades a una camboyana que le llevaba 5 centímetros: tuvo que recurrir a los puñetazos en el pecho, que valen sólo un punto. Luego, la sorpresa: cayó ante la serbia Milica Mandić, más alta por 7 centímetros. Como Mandić ganó su semifinal (terminaría llevándose el oro), Espinoza pasó al repechaje: aplastó a una novata de Samoa que, sin embargo, en sus intentos desesperados, la lesionó, y se enfrentó a la cubana Glenhis Hernández por el bronce. Hernández resultó ser un costal de mañas, y la pelea fue ríspida, pero María del Rosario se hizo de la medalla.

En el ciclo rumbo a Río 2016, Espinoza ganó otra vez en JCC, pero no llegó a medallas en el Mundial y se tuvo que conformar con la plata en los Panamericanos de Toronto, cuando cayó en la final ante Jackie Calloway, de Estados Unidos (Jackie había sido su sustituta en el equipo mexicano de Londres, pero ante el muro que representaba María del Rosario prefirió competir por el equipo de las barras y las estrellas). En la cita olímpica, sin embargo, la historia sería otra: Espinoza inició ganando con facilidad a la filipina Alora; luego tuvo un reñido combate con Wiam Dislam de Marruecos, y ganó en tiempo suplementario. Se vio en la semifinal nada menos que con Calloway y el combate, muy táctico, fue todavía más parejo, pero María del Rosario ganó por decisión. La final, sin embargo, fue dispareja, principalmente por la diferencia de estaturas: la china Zheng Shuyín mide 1.88, y para Espinoza fue imposible entrar sin recibir. Merecida plata. María del Rosario había logrado el triplete: oro, plata y bronce en tres distintas olimpiadas.

Todavía había varias victorias en la alforja de María del Rosario: rumbo a Tokio 2020 se hizo de la medalla de bronce en el Mundial de Muju 2017 y de la plata en el de Manchester 2019. También había logrado el triplete en los Mundiales. Tras la suspensión por la pandemia, se pensaba en la multimedallista olímpica como candidata a un cuarto podio. Se enfrentó por el boleto olímpico con otra sinaloense, Briseida Acosta, en un combate épico, explosivo, que se fue al round extra. Briseida se llevó el triunfo.

Más tarde vendrían para María del Rosario, simultáneamente, la decisión de ser madre y el anuncio del retiro. La gloria olímpica ya estaba ahí

jueves, marzo 07, 2024

Leyendas olímpicas: Carl Schuhmann


 La figura eterna de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna es Spiridon Louis, pero quien nos puede dar una idea más clara del sabor y de las peculiaridades del evento ateniense de 1896 es Carl Schuhmann, quien logró una serie de marcas que nadie podrá igualar en los juegos actuales.

Schuhmann era parte del equipo alemán de gimnasia. Un hombre bajito, elástico y muy fuerte. Inspirado en la idea de competir, decidió inscribirse en pruebas diferentes a las de su deporte. No se quedó corto. Se inscribió en siete pruebas de atletismo, en lucha grecorromana y en levantamiento de pesas. Nadie ha competido en tantos deportes en la historia de los juegos modernos.

El 6 de abril de 1896, Schuhmann compitió en salto triple, y alcanzó el quinto lugar. Una hora después, en el lanzamiento de disco no le fue bien: quedó en penúltimo y no pasó a la final.

El día 7 no pasó a la final de salto de longitud; luego participó en lanzamiento de bala: impulsó el peso 10 metros y no calificó. Esa misma tarde Schuhmann compitió, en el mismo estadio Panathinaiko, en la competencia de halterofilia, que no tenía categorías por peso; era sólo de fuerza, y los dos eventos eran levantamiento a una mano o a dos manos. Schuhmann participó en el segundo. Un danés y un británico empataron en primer lugar, con 120 kilos; Schuhmann y dos griegos, en tercero, con 90 kg. Se definió que quien decidiría quiénes se llevaban los laureles sería el Príncipe Jorge de Grecia, con base en la elegancia del estilo. El británico había hecho algo parecido a lo que hoy se conoce como envión, así que el oro fue para el danés. Y sin duda, al príncipe le parecieron más estéticos los griegos que Schumann.

El 9 de abril fueron las competencias de gimnasia, la especialidad del alemán. Ese día se llevó el oro en salto de caballo y causó sensación entre el público con su rutina de barra fija, “llena de trucos de circo”. Ese mismo hecho disgustó a los jueces, que lo descalificaron. Sin embargo, por equipos (se desplegaron diez barras fijas para que hicieran los movimientos sincronizados) Alemania ganó el oro. El segundo para Schuhman en el día. En caballo con arzones no alcanzó medalla, pero en las barras paralelas por equipos se hizo de un tercer laurel dorado.

Faltaba la parte más interesante: la lucha grecorromana, que se celebró el día 10. Schuhmann prefirió luchar que participar en el salto de altura o el salto con garrocha, donde se había inscrito, a pesar era notablemente el más bajito y menos pesado de todos los contendientes que se las verían en un círculo de arena dentro del estadio Panathinaiko. Las luchas eran sin límite de tiempo y ganaba el que ponía de espaldas al rival.

En la semifinal, Schuhmann derrotó al británico Elliot, el mismo que perdió el oro en pesas por falta de estética, y que esta vez hizo un berrinche tal que tuvo que ser escoltado fuera del estadio por los príncipes griegos. La final fue contra Giorgios Tsitas, un griego que le llevaba 15 centímetros y que le había dislocado el hombro a su rival en la semifinal. Lucharon descarnadamente por 40 minutos y, cuando Tsitas empezó a denotar gran cansancio, los jueces decretaron suspender el encuentro por falta de luz, a pesar de las protestas del alemán. 

Al día siguiente, el 11 de abril, a Schuhmann le tomó otros 15 minutos poner de espaldas a Tsitas, y así se convirtió en el primer campeón olímpico de lucha desde Aurelius Helix, de Fenicia, en el año 213. De paso, con cuatro oros, fue el máximo medallista de los Juegos Olímpicos de 1896. Toda una leyenda.