La de María del Rosario Espinoza es una historia que
comienza de manera parecida en muchas partes, pero rara vez termina tan bien. A
la niña, hija de una familia de pescadores en La Brecha, Sinaloa, le gustan los
deportes de contacto. Al papá le gustaba el boxeo, pero en el pueblo sólo hay
una escuelita de taekwondo. Ahí entra Chayito a los
cinco años y rápido destaca. La ponen a combatir contra niños y les gana.
También a los más grandes.
Pronto el gimnasio local le queda
chico; no tiene rivales. Niña todavía, va diariamente a entrenar a Guasave
(escondiéndose o haciéndose la dormida en el camión para no pagar, según el corrido
que lleva su nombre). Con el talento y la constancia viene una seguidilla de
triunfos: en la Olimpiada Nacional Infantil, a los 12 años; en el Panamericano
Juvenil, a los 15; campeona nacional a los 17. Su primera prueba en el ciclo
olímpico fue a los 18, en los JCC de Cartagena 2006, donde obtiene la medalla
de bronce.
Al año siguiente viene el salto
cuántico. Se hace de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Río y se
corona campeona mundial en Pekín en la categoría de menos de 72 kilos,
derrotando a la coreana Lee In-jong.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008,
donde hay menos divisiones de peso, se esperaba una final entre María del
Rosario y la bicampeona olímpica y campeona mundial de la categoría máxima,
Chen Zhong, conocida como “La Reina del Taekwondo”, pero el sorteo resultó
desbalanceado, y tanto la china como la mexicana quedaron en “la llave de la
muerte”. Espinoza se deshizo con relativa facilidad de la tunecina Ben Hamza y
de la sueca Kedzierka. Se esperaba una semifinal contra Chen, quien
aparentemente había derrotado a la británica Sarah Stevenson, pero los del
Reino Unido protestaron porque no se había contabilizado una patada al casco de
parte de su competidora (todavía no existían los dispositivos electrónicos).
Tras una larga revisión, el triunfo fue justamente otorgado a la británica…
quien cayó fácilmente ante María del Rosario en la semifinal. Tampoco hubo
mayores problemas en el combate contra la noruega Nina Soheim, y Espinoza se llevó
el oro,.
Vendría un ciclo olímpico más
complicado para María del Rosario, con la aparición de taekowndoínes muy altas,
ligada a la inclusión del sistema electrónico de puntuación, que hizo disminuir
la explosividad de las acciones de combate y favoreció a quienes tenían más
facilidad de puntuar (es decir, a los de elevada estatura). Antes de los Juegos
Olímpicos de Londres sólo consiguió un oro, en los JCC de Mayagüez y no fue
parte del equipo mexicano en los Panamericanos de Guadalajara. Pero eso no la
arredraría, se había estado adaptando. En los juegos de 2012 inició ganando con
dificultades a una camboyana que le llevaba 5 centímetros: tuvo que recurrir a
los puñetazos en el pecho, que valen sólo un punto. Luego, la sorpresa: cayó
ante la serbia Milica Mandić,
más alta por 7 centímetros. Como Mandić
ganó su semifinal (terminaría llevándose el oro), Espinoza pasó
al repechaje: aplastó a una novata de Samoa que, sin embargo, en sus intentos
desesperados, la lesionó, y se enfrentó a la cubana Glenhis Hernández por el
bronce. Hernández resultó ser un costal de mañas, y la pelea fue ríspida, pero
María del Rosario se hizo de la medalla.
En el ciclo rumbo a Río 2016, Espinoza
ganó otra vez en JCC, pero no llegó a medallas en el Mundial y se tuvo que
conformar con la plata en los Panamericanos de Toronto, cuando cayó en la final
ante Jackie Calloway, de Estados Unidos (Jackie había sido su sustituta en el
equipo mexicano de Londres, pero ante el muro que representaba María del
Rosario prefirió competir por el equipo de las barras y las estrellas). En la
cita olímpica, sin embargo, la historia sería otra: Espinoza inició ganando con
facilidad a la filipina Alora; luego tuvo un reñido combate con Wiam Dislam de
Marruecos, y ganó en tiempo suplementario. Se vio en la semifinal nada menos
que con Calloway y el combate, muy táctico, fue todavía más parejo, pero María
del Rosario ganó por decisión. La final, sin embargo, fue dispareja,
principalmente por la diferencia de estaturas: la china Zheng Shuyín mide 1.88,
y para Espinoza fue imposible entrar sin recibir. Merecida plata. María del
Rosario había logrado el triplete: oro, plata y bronce en tres distintas
olimpiadas.
Todavía había varias victorias en la
alforja de María del Rosario: rumbo a Tokio 2020 se hizo de la medalla de
bronce en el Mundial de Muju 2017 y de la plata en el de Manchester 2019. También
había logrado el triplete en los Mundiales. Tras la suspensión por la pandemia,
se pensaba en la multimedallista olímpica como candidata a un cuarto podio. Se
enfrentó por el boleto olímpico con otra sinaloense, Briseida Acosta, en un
combate épico, explosivo, que se fue al round extra. Briseida se llevó el
triunfo.
Más tarde vendrían para María del Rosario, simultáneamente, la decisión de ser madre y el anuncio del retiro. La gloria olímpica ya estaba ahí