miércoles, julio 18, 2018

Biopics: un coloquio en Nueva York

En octubre de 1988 asistí a un coloquio en Nueva York. Su principal promotor-organizador era Clemente Díaz Durán, quien había desarrollado una buena amistad profesional con dos economistas relevantes, Hyman Minsky y David Felix, de la Washington University de St. Louis. Yo a Minsky lo había estudiado en Italia y sus textos habían sido importantes para mi tesis y para posteriores análisis sobre la deuda mexicana, como el de “Acreedores y Deudores”. De hecho, ambos académicos habían venido a México y yo fungí una tarde como guía de turistas en el centro de la ciudad para Minsky y su señora.

Aquel coloquio se desarrolló en el Bard College, situado al norte del estado de Nueva York –uno podría decir que era una universidad en medio de la nada, de no ser porque junto corría el río Hudson-, y a mí me tocó comentar un paper de Richard Feinberg, sobre la caída en el financiamiento a América Latina de parte de las agencias multilaterales. Fuimos varios colegas de la facultad y recuerdo que me reí mucho en el camino de ida, platicando con Francisco Hernández y Puente y Francesca Sasso.

De la reunión recuerdo menos. Sé que de nuestra parte participaron, además de mí, el propio Clemente, Rolando Cordera, Julio López, Roberto Cabral, mi tocayo Hernández y Puente y León Bendesky. Nuestro participante estelar era Carlos Tello, en su calidad de exdirector del Banco de México.

Bendesky hacía mucho hincapié en que le dijeran “León”, con acento en la O, y no “Leon”, a la gringa. En cambio, un chileno, Sebastián Edwards, se refería a sí mismo como “Sebastian”. Allí conocí a otros personajes que tenían nombre en el momento, como Jeff Frieden e Ileana Cardoso.

Mentiría si dijera que recuerdo bien mis comentarios a la ponencia de Feinberg. Pero tengo presentes dos detalles. Uno, que lancé un juego de palabras en inglés: “In Latin America, the IMF is a three-letter four-letter word” (En América Latina, el FMI es una grosería de tres letras). El otro, que alguno de los presentes dijo que por fín alguien criticaba a Feinberg desde su izquierda. (En otras palabras, que para los gringos yo era muy ultra, y eso que todavía no escuchaban a Bendesky).

Acabé haciéndome medio cuate de Feinberg –años después sería, con Clinton, Director del Consejo Nacional de Seguridad-, y esa noche en el bar de aquel hotel en medio de la nada, vimos uno de los debates presidenciales entre George Bush y Mike Dukakis. A diferencia de Rolando, que se había entusiasmado con los argumentos del demócrata, Feinberg y yo vimos que había sido incapaz de dar el golpe seco que necesitaba y, también, que perdería la elección. El académico norteamericano estaba verdaderamente deprimido, y con razón.

Después del coloquio fuimos a la ciudad de Nueva York, en donde algunos nos quedamos en el hotel rascuache que había reservado Clemente, otros prefirieron irse a uno mejorcito y no faltó quien –no digo nombres- se fue a uno todavía más pinche para ahorrarse unos dolaritos. Compartí cuarto con Roberto Cabral.

¿Qué hicimos Cabral y yo, dos académicos empobrecidos, en la Gran Manzana durante un par de días? Tomamos el tourcito en barco que te lleva a ver la Estatua de la Libertad y caminamos, caminamos, caminamos y caminamos por esa ciudad interminable. Hicimos un par de mínimas compras y en las noches nos pusimos a ver por televisión la Serie Mundial.  Igual la pasamos bien.


viernes, julio 13, 2018

CDMX. la clase social aparece en las urnas


Se ha hablado, en esta elección, tanto de voto transversal por Andrés Manuel López Obrador, como de voto diferenciado entre las diferentes candidaturas. También se ha hablado de voto de clase y de voto de castigo. Es hora de hacer algunos numeritos, tomando como ejemplo las elecciones en la Ciudad de México, que tienen, además la característica de que la elección presidencial y la de jefatura de gobierno fueron concurrentes, y con campañas bien diferenciadas.
Empecemos por lo obvio. AMLO ganó ampliamente en la capital, pero la Ciudad de México ya no fue el bastión principal de sus votos. Quedó apenas arriba de la media. Los bastiones lopezobradoristas esta vez fueron los estados del sur-sureste y del noroeste.
Lo segundo, López Obrador obtuvo 400 mil votos más que la candidata a la jefatura de gobierno por la coalición Juntos Haremos Historia, Claudia Sheinbaum. Esto significa que hubo mucho voto diferenciado en estas elecciones. Lo interesante será constatar que hubo elementos de clase ligados a esta decisión.
Históricamente, al menos desde 1988, la votación en la capital ha estado claramente diferenciada según el estrato social. En la elección presidencial de aquel año, había una correlación inversa entre nivel de ingresos y votación por Cuauhtémoc Cárdenas, y una correlación directa en el caso de Manuel Clouthier, con la excepción de los estratos más altos. En otras palabras, las colonias más pobres votaban más por el Frente Democrático Nacional y las más pudientes lo hacían más por el PAN. La excepción eran las colonias más ricas, que se decantaban más por el PRI. Este partido tenía en la ciudad un patrón de votación casi plano: aproximadamente los mismos porcentajes en todas las colonias, salvo el chipote positivo de las más ricas.
Este patrón de votación por clase o estrato social se mantuvo desde entonces, variando sólo los porcentajes, hasta el 2015. De hecho uno podía saber en qué tipo de colonia vivía revisando el porcentaje de votación del PAN y comparándolo con otras. Más panista significaba más nice. El caso contrario era cierto con el PRD, aunque a lo largo de los años, la línea del PRI se hizo menos recta, porque se cayó su apoyo en las zonas de clase media-baja.
En las elecciones de 2015 y 2016, con la aparición de Morena, hubo nuevos cambios. Morena y PRD se dividieron a las clases populares, por la diferente implantación territorial de ambos. En términos generales hubo una fuga de voto clasemediero y de colonias de clase trabajadora del PRD hacia Morena, pero este no fue tan grande en las colonias marginadas.
¿Qué pasó en 2018? Las elecciones tenían un ingrediente particular, la alianza entre el PAN y el PRD, que tenían fuentes sociales de voto muy distintas. ¿Hasta qué punto habría una fusión de estas dos bases electorales diferenciadas? ¿Qué tanto pesaría el hecho de que el candidato presidencial del Frente fuera de extracción panista y la candidata a la ciudad fuera perredista? ¿Y el efecto AMLO?
Esa alianza, a su vez, tuvo efectos en las campañas para la jefatura de gobierno. Claudia Sheinbaum decidió centrarse en la identificación con AMLO y agregó el tema de su experiencia como científica, con la idea de una ciudad innovadora; Alejandra Barrales se dirigió casi estrictamente a las bases perredistas, otrora mayoritarias, con lenguaje populachero y propuestas de apoyos sociales; Mikel Arriola consideró que le dejaban un amplio campo a la derecha y hacia allí se movió, sobre todo en temas de seguridad y de derechos de las minorías.
¿Qué fue lo que sucedió? Analizamos una veintena de casillas, de distintas colonias y clases sociales y esto fue lo que encontramos.
En primer lugar, en la elección presidencial encontramos lo de siempre: una correlación positiva entre ingresos y voto por el PAN (por Ricardo Anaya) y una correlación negativa entre nivel de ingresos y voto por Morena (por Andrés Manuel López Obrador). La única diferencia relevante es que las clases más altas abandonaron al PRI –en la casilla de Las Lomas, Anaya obtiene 65%, frente a 20% de Meade– y que el desplome del priísta en algunas colonias de clase media baja es total –en la Unidad Independencia obtiene apenas el 4%-.
El otro dato es que la correlación entre nivel de ingresos y tipo de voto no funcionó tanto en los candidatos a la jefatura de gobierno. También se da, pero no de una manera tan clara.
En particular, la línea para Barrales y Sheinbaum es más plana que para sus respectivos candidatos presidenciales.
Eso significa que muchos ciudadanos de clase media-alta y alta que votaron por Anaya, lo hicieron por Mikel Arriola o por Claudia Sheinbaum en la boleta citadina. También, que muchos electores de clase trabajadora y marginada que votaron por AMLO para la presidencial, lo hicieron por Barrales para la jefatura de gobierno.
De hecho, en las clases altas, Sheinbaum obtiene más votos que López Obrador y en las medias, aproximadamente el mismo porcentaje. La diferencia se explica exclusivamente en las zonas populares, sobre todo allí donde había aparato perredista (que se detecta también en los votos por Anaya bajo el logo del sol azteca).
Barrales tiene hasta 16% menos votos que Anaya en las casillas “ricas” y hasta 22% más que el panista en las zonas pobres. Arriola tiene hasta 14% más que Meade en las zonas ricas y es todavía menos popular que él en las pobres.
Mikel Arriola, al mover al PRI hacia la derecha, llevó hacia sí a los votantes panistas más conservadores y con consciencia de clase (alta), pero no pudo entregarle esos votos a Meade (Mikel se llevó 120 mil votos más que Meade bajo el emblema del PRI). La campaña de Barrales no intentó atraer votantes del lado derecho del Frente; su propósito, más que contribuir a la causa de Anaya, era evitar que el PRD se desfondara totalmente en la capital (aquí sí jugó aquello del “agua y el aceite” de los críticos más elementales del frente).
Finalmente, Claudia Sheinbaum, en una campaña que hacía énfasis en sus credenciales académicas, obtuvo un voto transversal que atrajo a la clase media ilustrada, pero no pegó tanto como AMLO en las zonas populares. Su holgada victoria está más ligada al éxito nacional de Andrés Manuel López Obrador y al voto de castigo hacia Miguel Ángel Mancera que a la campaña misma. Hay que decir que ella lo sabía desde el principio.


En resumen, las clases sociales sí existen. Siguen existiendo. Y la gente, a veces sin proponérselo conscientemente, vota con ellas.

miércoles, julio 04, 2018

El Látigo de Monclova cabalga de nuevo


Mexicanos en GL. junio 2018

Joakim Soria es un pelotero discreto, pero sus números lo colocan, tranquilamente, entre los diez mejores peloteros mexicanos de la historia en Grandes Ligas. El Látigo de Monclova retomó el papel de cerrador con los Medias Blancas de Chicago y lo ha hecho de manera brillante. El drama en la carrera de Mexinator ha sido que nunca ha sido el taponero de un equipo contendiente de Serie Mundial.

Además de la noticia de Joakim, las otras dos novedades importantes del mes fueron que los Mets despidieron al Titán Adrián González –quien en realidad no la había hecho tan mal- y que Grandes Ligas por fin decidió el castigo a Roberto Osuna: 85 partidos de suspensión. Volverá a principios de agosto y los Azulejos dicen que lo hará de nuevo como cerrador titular.

Aquí el balance del contingente nacional en lo que va del año, ordenado de acuerdo coel desempeño de cada uno en la temporada (como siempre, incluimos a los paisanos que han jugado con México en el Clásico Mundial) 

Joakim Soria, tras recuperar la titularidad como cerrador con los Medias Blancas de Chicago, tuvo un junio perfecto y ha empezado julio de la misma forma. Lleva 15 entradas lanzadas sin permitir carrera, y más de 17 sin permitir carrera limpia. Esa actuación le salvar 8 juegos en el lapso. Lleva récord de 0-2, mejoró su efectividad a 2.48 carreras admitidas por cada 9 innings lanzados, y 38 ponches. Tiene 12 salvamentos, dos holds (ventajas sostenidas en situación de salvamento) y dos rescates desperdiciados.

Héctor Velázquez son tuvo un junio maravilloso, porque casi siempre le tocó lanzar en situaciones poco relevantes, pero sí fue efectivo. En el mes, lanzó para 3.48 y ganó un juego. El sonorense de los Medias Rojas tiene marca en el año de 6-0, 2.68 y 28 chocolates recetados.

Christian Villanueva trae el bat bastante más apagado que al inicio de temporada, lo que es algo normal en los novatos. El tercera base jalisciense apenas bateó para .206 con 2 cuadrangulares en junio. La diferencia de su majagua cuando está ante un lanzador derecho o uno zurdo es impresionante: a los zurdos les batea .315, y tiene un extraordinario OPS (porcentaje de embasamiento más slugging) de 1.143; a los derechos les batea .186 con un OPS de .591. Casi Babe Ruth contra los zurdos y menos que Mario Mendoza contra los derechos. Ha mejorado en su fildeo. Sus números del año: .231 de porcentaje, 17 jonrones y 41 impulsadas.

Vidal Nuño. El veterano ha sido una revelación en el bullpen de las Rayas de Tampa, donde ha dado muy buenos resultados. En el mes lanzó 18 entradas, aceptando sólo dos carreras y obteniendo dos victorias. Para mejor, en el duelo maratónico contra los Marlines, tomó turno al bat, cosa que prácticamente no hacía desde 2015, y se fue de 2-2 con una impulsada. Lo malo es que, al correr las bases, se jaló el tendón de la corva y ahora está en la lista de lesionados.

Roberto Osuna se declarará inocente en el juicio por violencia doméstica que le presentó una vecina. En tanto, está suspendido hasta el 4 de agosto, cuando regresará a la lomita como cerrador de Toronto: el sinaloense lleva marca de 0-0, 9 partidos salvados, 2.93 de PCL y 13 pasados por los strikes.

Víctor Arano tuvo un junio correcto en el bull-pen de los Phillies y cada vez lo han metido en situaciones más importantes. El de Cosamaloapan obtuvo su primera victoria del año el 30 de junio y el primer rescate de su carrera el 4 de julio. Sus números: 1-0, un juego salvado, PCL de 2.48, 30 ponches y 4 holds.

Oliver Pérez tiene más vidas que un gato. Los Indios de Cleveland, con severos problemas de bull-pen, lo llamaron como especialista zurdo. Y lo ha hecho bien. En el mes lanzó poco más de 8 entradas y permitió sólo una carrera. En el camino, se agenció 5 holds. Su marca: 0-0, 0.84 de limpias y 11 pasados por los strikes.

Fernando Salas, tras el mal paso de mayo, volvió a lucir como a principios de temporada. El relevista intermedio de los Diamantes de Arizona lanzó para 1.74 de efectividad en el mes, con una victoria. El de Topolobampo acumula estos números: 4-4, efectividad de 3.72, 29 ponches y 4 holds.

Sergio Romo ha sido de todo este año. Relevista intermedio, miniabridor, y ahora cerrador de las Rayas de Tampa Bay. Se ve que al veterano esto último es lo que más le gusta, porque mejoró notablemente su efectividad (que fue en junio de 1.84). Sus números del año: un ganado, un perdido, 8 salvamentos, 4 rescates desperdiciados, 5 holds, un mejorado 4.34 de PCL,  y 40 sopitas de pichón a los bateadores rivales. 

Marco Estrada tuvo un muy buen mes de junio. Tuvo 2.35 de PCL. Cuatro de cinco aperturas fueron de calidad, aunque sólo en dos de ellas se agenció la victoria (en una más, perdió el duelo de pitcheo). Los primeros meses fueron tan pobres que su ´record actual es de 4-7, con 4.72 de efectividad y 70 ponches. En su salida de junio, se resintió de un problema en la cadera y pasó a la lista de lesionados.

Jorge De la Rosa, aunque tuvo un buen mes en los Diamondbacks, no ha brillado particularmente este año. El zurdo regiomontano lleva 0-2, con 6 holds, 3.04 de PCL  y 15 ponches.

Adrián González entró en un breve slump de bateo y, de manera inopinada, fue dejado libre por los Mets de Nueva York. Ningún otro equipo ha reclamado sus servicios. Los numeritos del Titán: .237 de porcentaje, 6 cuadrangulares y 26 carreras empujadas.

Giovanny Gallegos fue traído otro ratito al equipo grande de los Yanquis de Nueva York. En dos apariciones lanzó 5 entradas y le metieron 3 carreras. Ahora sus números son: 0-0, 3.86 y 10 ponches. Lo regresaron a AAA.

Luis Cessa, también con los Yanquis, pudo tener una apertura antes de ser devuelto a las menores. Le fue mal, y perdió: 0-1, efectividad de 5.00 y 9 pasados por los strikes.

Jaime García, regresó de la lista de lesionados para tener 4 aperturas con los Azulejos, una de calidad, en la que se fue sin decisión y tres muy malas, que perdió. Cuando se hablaba de mandarlo al bull-pen, mejor se decidió que su inflamación en el hombro no se había curado y está en la lista de lesionados. Los feos números del zurdo tamaulipeco son 2-6, PCL de 6.16 y 56 ponchados.

Yovani Gallardo, milagrosamente, volvió al equipo de sus amores, los Rangers de Texas, y como abridor. Ha corrido con suerte, porque su equipo respondió con batazos salidas mediocres. Ahora ya suma 115 victorias en su carrera. Pero en el año: 2-0, un horroroso 9.00 de carreras limpias y 16 ponches.

Alex Verdugo estuvo un rato en los jardines de los Dodgers, supliendo al lesionado Yasiel Puig. Acumuló .265 de porcentaje, con una producida.

Daniel Castro, con los Rockies y en sustitución de D.J. LeMahieu, jugando la segunda base, se hizo en mayo de los siguientes números: .176 de porcentaje, 1 cuadrangular y 6 impulsadas. A principios de junio lo devolvieron a AAA.

Carlos Torres no funcionó en el relevo de los Nacionales de Washington y le dieron las gracias. 6.92 de PCL y 9 ponches.

Miguel González está en la lista de lesionados de 60 días. El Mariachi regresará a los Medias Blancas, si acaso, después del Juego de Estrellas. Sus impresentables números: 0-3, 12.41 de limpias y sólo 5 ponches.


Efrén Navarro, un hit en seis turnos, en la tacita de café que se tomó con los Cachorros. Ya firmó para el beisbol japonés.