jueves, julio 11, 2013

Biopics: La hepatitis


A fines del verano de 1984 era yo delegado al congreso del sindicato. Pero en la cola del registro me sentí muy débil. Me senté un rato y decidí volver a casa. En el camino, tocado por una intuición, pasé por una clínica y me hice un análisis de bilirrubina. Los resultados, al día siguiente, confirmaban que estaba mucho más alta que la que llegó a tener Raymundo: yo tenía hepatitis.

El primer día lo pasé muy mal. Al siguiente, Rayito fue transferido a compartir la cama conmigo (Patricia se había ido a otro cuarto). Recuerdo aquellos como días muy chistosos, pasados enteramente en la cama. En las mañanas nos la pasábamos haciendo y deshaciendo rompecabezas (“rompesdecabezas”, decía él). De Plaza Sésamo, de El Secreto del Nimh y de otros temas infantiles. Duro y dale con los rompecabezas, hasta que llegaba la hora de la tele: Odisea Burbujas, El Tesoro del Saber y luego los videos de rock (hay que decir que los ochenta fueron una gran década para los videos), algún otro programa, platicar, cenar y el niño se dormía. Entonces yo me ponía a leer y continuaba con la labor eterna de chupar paletas de dulce (se decía, o se dice, que eran fundamentales contra la hepatitis).

Yo iba de entrada a la enfermedad, y Raymundo de salida. A los pocos días lo dieron de alta. Pasé cerca de mes y medio solo y en cama. Pasadas las décadas, recuerdo esos días con mucho más placer que molestia o desesperación.

Por una parte, la hepatitis me permitió disfrutar, como nunca más lo he podido hacer, la postemporada de las Grandes Ligas. No sólo ví todos los juegos, sino que pude llevar tranquilamente el box-score de cada uno de ellos, y hacer sesudos análisis que concluían en la necesaria coronación de los Tigres de Detroit. En esa Serie Mundial le iba a los Tigres de manera descarada: me gustaba el equipo, que tenía a Aurelio López, el Buitre de Tecamachalco, como relevista estrella, y me cagaban los Padres, cuya rotación abridora era abiertamente racista y derechosa. La rotación de San Diego implosionó de manera impresionante (sobre todo el desagradable Eric Show),  Detroit se llevó la Serie 4-1 y, para más gozo, Aurelio ganó el quinto y último juego.

Otra cosa que hice tendido en aquella cama, fue revisar las galeras de un librito mío que publicaría Martín Casillas, El FMI y su Relación con México. Era una suerte de folleto que explicaba a grandes rasgos cómo funcionaba el Fondo Monetario Internacional, lo que implicaban las Cartas de Intención que firmaba México a cambio de los créditos y los problemas para servir la deuda externa. Concluía en que lo conveniente era una negociación colectiva de la deuda. El caso es que la edición salió empastelada (es decir, con algunas páginas donde no debían) y no tuvo grandes ventas. Meses después yo le insistía a Casillas que yo había revisado bien las galeras, y él, que no.

Mientras estaba yo convaleciendo apareció La Jornada, el 19 de septiembre. Patricia me hizo el favor de llevar mi colaboración para uno de los números 0 y para los primeros que ya circularon (el internet que tenemos hoy era algo que sólo podía imaginar la ciencia-ficción). Los escribía a mano, y luego los pasaba a máquina (para eso sí me levantaba). Uno de aquellos textos escritos con la hepatitis tenía un nombre muy bueno: “Ultimo tren a Silicon Valley”. Hablaba de que las crisis económicas traen consigo un cambio en las industrias que jalan el resto de la economía: era evidente que ahora el capital se dirigía a la informática y que ésta guiaría el desarrollo en el futuro. Por lo tanto, México debía de hacer un esfuerzo, no en ensamblar computadoras, ni en ponerse a producir turbinas, sino software. Si no tomábamos ese “último tren”, el futuro que nos alcanzaría no sería halagüeño. A casi tres décadas de distancia, tengo la impresión de que quien sí tomó el último tren a Silicon Valley fue la India.

Pero lo mejor de aquel descanso obligado fue la oportunidad de leer muchos libros que estaban esperándome en la imaginaria. De ellos, hay dos que me parecieron extraordinarios. Uno, la gran biografía de Stalin, por Isaac Deutscher (menos monumental que la de Trostky, pero más incisiva). El otro, Narciso y Goldmundo, de Hermann Hesse, que creo haber leído a la edad correcta y que me conmovió por su sensibilidad y su sabiduría: la eterna contradicción –más aparente que real- entre lo racional y lo estético, entre el pensamiento y la acción, se resuelve de una manera maravillosamente madura.

Durante la segunda mitad de mi convalescencia, recibía a menudo la visita de mi padre. Charlábamos animadamente y él se fumaba con gusto un cigarro. En una de esas, yo –que había dejado de fumar desde que caí enfermo, pero ya me sentía mejor- le pido uno; él hace una mueca, se culpa de haberme “heredado” la adicción y, ante mi insistencia, me lo da.

A fines de octubre, Patricia decidió ir con Raymundo a Acapulco –nos tocaba la semana del famoso Transcondovac- y se estuvo allí cuatro días. Creo que fue una buena decisión, sobre todo tomando en cuenta que estaba embarazada. En esos días, armé un rompecabezas de 3 mil piezas, que es algo que no he vuelto a hacer en mi vida, ni pienso volver a hacer jamás.

martes, julio 02, 2013

Muchos brazos, pocos bates



Mexicanos en GL.

Junio 2013

El mes que acaba de terminar ha sido uno de los más productivos para los lanzadores mexicanos en muchos años. En conjunto, los nueve pitchers mexicanos que estuvieron activos en junio, tuvieron 24 aperturas, de las cuales 17 fueron de calidad; lanzaron 178.2 entradas y tuvieron una excelente efectividad promedio de 2.87; los cerradores salvaron 6 juegos. La marca colectiva de ganados y perdidos (12-10) es engañosa, porque la ley fue que a los lanzadores nacionales la ofensiva no los apoyara o el relevo les tirara el juego. En cambio, entre los jugadores mexicanos de cuadro, la cosa estuvo realmente triste.

Aquí, el desempeño del contingente nacional, de acuerdo con lo realizado en la temporada (como siempre, se incluyen los mexico-americanos que estuvieron en el equipo de México en el Clásico Mundial).

Sergio Romo  tuvo poca actividad en junio, pero en casi todas sus apariciones el cerrador de los Gigantes estuvo intratable. Sólo aceptó una carrera en el mes, que le costó una derrota; a cambio, tuvo 5 salvamentos. Su marca del año: 3 ganados, 3 perdidos, 2.32 de limpias y 19 salvamentos.

Jorge De la Rosa anda en plan de su apodo en EU: Conquistador. En junio, tuvo 6 aperturas para los Rockies, 4 de ellas, de calidad. No lo acompañó la suerte a la hora de las decisiones: no ganó ni siquiera el partido en que dejó en un hit a los Azulejos. En el mes, tuvo 2-1, con 2.97 de limpias; en el año: 8-4, con 3.09 y 65 ponches. Es el mexicano con mejor WAR (la nueva estadística que mide victorias para su equipo por encima de un reemplazo), con 3.8, lo que significa que los Rockies siguen en la lucha gracias al regiomontano. Reportan que de nuevo le salieron ampollas en el pulgar.

Adrián González tuvo un junio muy poco productivo, en el que bateó para .248, con sólo 3 jonrones y 8 impulsadas. Un slump a mediados de mes afectó al primera base de los Dodgers. Aún así, sus números del año son buenos: .296, con 10 cuadrangulares y 48 carreras producidas

Miguel González fue el mejor lanzador mexicano en el mes. Sus 5 salidas fueron de calidad. Ganó 4 de ellas y en otra no tuvo apoyo ofensivo y cargó con la derrota. El derecho de los Orioles tiene marca de 6-3, con 3.77 de efectividad y 68 sopitas de pichón despachadas.

Óliver Pérez. El reencontrado zurdo de Culiacán volvió a tener un buen mes para los Marineros de Seattle, en el que salvó el primer juego de su carrera (y se le maneja como posibilidad para el puesto de cerrador, si es que no es traspasado a un equipo contendiente). En junio: 0-1, con un salvado y 3 holds (ventaja sostenida en situación de salvamento), con 1.74 de PCL. En el año: 2-2, 1 rescate, 4 holds, 1.52 de efectividad y 43 ponches (en menos de 30 entradas lanzadas).

Jaime García fue sometido a cirugía y se perderá el resto de la temporada. Quedó con marca de 5-2, 3.58 de limpias y 43 ponchados.

Yovani Gallardo va en montaña rusa este año. Durante junio tuvo una racha impresionante, en la que colgó 18 ceros seguidos; pero al final de mes (y entrando julio) lo han molido a batazos. En el mes que analizamos, tuvo 2-2, con 2.32 de efectividad; pero en el año: 6-8, 4.78 de carreras limpias y 82 enemigos ponchados. Es posible que un equipo contendiente lo quiera adquirir para la segunda mitad de la temporada.

Luis Mendoza siguió acumulando salidas de calidad, pero no victorias. De sus 5 aperturas en junio, 3 fueron de calidad, pero sólo en una ganó el juego. El bullpen de los Reales se encargó de echarle a perder las otras dos (con lo que lleva 5 posibles victorias del veracruzano tiradas al basurero): en el mes, 1-2, con 3.41 de carreras limpias; en el año: 2-4 y 4.16, con 49 chocolates recetados.

Fernando Salas ya está en proceso de rehabilitación y a punto de regresar al bullpen de los Cardenales de San Luis. El récord del sonorense: 0-2. 3.86 de efectividad, un hold y 2 rescates desperdiciados.

Alfredo Aceves tuvo dos apariciones en junio, dos ocasiones que lo llamaron de Pawtucket a Boston. En ambas tuvo salidas de calidad y se llevó la victoria. Pero, cuando Clay Bucholtz fue a la lista de lesionados, los RedSox prefirieron poner en el roster al novatito Webster, que ha sido apaleado.  El Patón en junio: 2-0 y 1.64 de PCL; en 2013: 4-1, 5.05 de efectividad y 24 ponches.

Cèsar Ramos se mantiene en el relevo intermedio de las Rayas de Tampa Bay, perdió un juego en junio, mes en el que lanzó par 3.95. En la temporada: 1-2, 4.03 de PCL, un salvado, un hold y 29 ponches.

Marco Estrada tuvo sólo una mala salida en junio, antes de engrosar la lista de lesionados. En el año: 4-4, 5.32 de limpias y 82 ponches. Lo bueno de su descanso obligado es que ya no encabeza las mayores en cuadrangulares recibidos.

Ramiro Peña tuvo que poner fin a su año de ensueño; una jugada riñonuda en la tercera base le desgarró el hombro. Fue operado y estará fuera de acción el resto de la temporada. Termina el año con .278, 3 jonrones y 12 producidas.

Luis Ayala parece haber superado su “trastorno de ansiedad” y se encuentra en ligas menores. Su marca: 1-1 y 5.40 de PCL.

Scott Hairston continúa bateando poco, pero al menos con poder. El jardinero de los Cubs lleva 6 cuadrangulares y 16 impulsadas, pero pega para sólo .160. Además tiene dos robos de base.

Jerry Hairston Jr. paga cada vez más cara su veteranía. El utility de los Dodgers batea, en el año,  para .265, con un jonrón y 11 producidas.

Luis Cruz finalmente fue dejado ir por los Dodgers, tras una temporada que ha sido el espejo negativo de la anterior. El Cochito bateó para Los Ángeles un miserable .127, un vuelacercas y 6 empujadas. Se declaró agente libre y capaz que sí encuentra equipo en Grandes Ligas.

Édgar González pasó el mes lesionado. Su marca del año: 0-1 y 7.50 de carreras limpias.