Las máscaras han caído. El partido Pueblo de la Libertad (PDL), del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha presentado ante el Senado un proyecto de ley que persigue derogar la prohibición del fascismo en Italia, establecida en la Constitución de 1948, que declaró “prohibida la reorganización, bajo cualquier forma, del Partido Nacional Fascista”. En 1952 se tipificó como delito la apología del fascismo.
El autor de la iniciativa es el diputado Cristiano de Eccer, descendiente de una noble familia trentina ligada al Sacro Imperio Romano Germánico, y quien fuera dirigente juvenil del grupo de ultraderecha Avanguardia Nazionale. Este grupo terrorista fue fundado por el tenebroso Stefano Delle Chiaie, vinculado en Italia con la matanza de la estación de Bolonia en 1980 y, en América Latina, por los asesinatos de los chilenos Bernardo Leighton y Carlos Prats, y por el apoyo en la represión en Bolivia -haciendo tandem nada menos que con el criminal nazi Klaus Barbie- durante la dictadura de García Meza.
Es posible que la iniciativa no sea aprobada, pero también es indicador de la creciente desvergüenza de los fascistas italianos, ahora bajo la conducción de Silvio Berlusconi (que logró rebasar por la derecha a Alleanza Nazionale, la formación política postfascista encabezada por Gianfranco Fini). Y es el resultado natural de una política que logra aprobar leyes ad personam, que se salta todo tipo de control legal e institucional, que utiliza de manera desfachatada la combinación corruptora de poder político y poder económico, y que, en suma, ha perdido toda inhibición, todo freno.
Sus dirigentes son aún más vulgares que los del Partido Nacional Fascista original. Sin ningún empacho, uno de los grupos berlusconianos, llamado Responsabilità Nazionale, copia textos como el Manifesto degli Intelettuali Fascisti y sólo le cambia una palabrita (ponen “internamente”, en vez del más poético “íntimamente”) y lo firma como propio, tan campante.
Desgraciadamente, la toma del poder de los neofascistas no nace de un vacío de masas. Hay una base de pequeña y media burguesía, así como de algunos trabajadores, que no cree en el reformismo de centro-izquierda y se agrupa (para decirlo con las palabras de mi amigo Claudio Francia) “con la fuerza del estómago”. Las vísceras por encima de la razón. Berlusconi, con indudable maestría de comunicador, ha sabido apropiarse de esta base, casi como coto político personal.
Se trata de masas que, por razones culturales e ideológicas, han estado históricamente ligadas a un líder carismático. Son los descendientes de quienes estaban con Mussolini. Son los que durante más de cuarenta años se alinearon con la Democracia Cristiana, no por demócratas ni por cristianos, sino porque fueron obligados por la derrota sufrida en la II Guerra Mundial. Son los que ahora pretenden regresar a hacer su política a plena luz.
Pero todo esto fue profetizado por el cantautor Giorgio Gaber, en el ya lejano 1973, en su canción La Toma del Poder:
Un mastín, Un mastín negro, reluciente, metálico. Un perro mastín con un solo ojo, vítreo, en medio de la frente. Una mano que oprime un botón. Del ojo del mastín parte un haz de luz intensa, verdastra, eléctrica.
Psss... psss... psss...
Envueltos en relucientes capas, guantes de piel, bufanda negra, tienen las caras enmascaradas, los zapatos a punta bien boleados, están escondidos en la noche.
No hacen nada, están inmóviles, están a las puertas de Milán con grandísimos mastines que ellos tienen en la mano.
Han rodeado la ciudad, la están mirando de lejos, son imponentes y silenciosos. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? Son los graduados y estudiosos.
Han rodeado la ciudad, la están mirando de lejos, son imponentes y silenciosos. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? Son los graduados y estudiosos.
…E Italia jugaba a las cartas, y hablaba de futbol en los bares, e Italia reía y cantaba…
Psss... psss...
Ahora se mueven seguros, con sus rostros enmascarados, la mirada fija, amenazante, avanzan silenciosos, con pasos lentos, cadenciados.
Portan extrañas bolsas negras, llenas de objetos de misteriosos, y sin una sombra de miedo están ocupando puntos clave, tienen en sus manos la Procuraduría.
De los ojos claros de los mastines parte una luz muy intensa, que deja a todos hipnotizados. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? La intellighenzia y los científicos.
Ahora se mueven seguros, con sus rostros enmascarados, la mirada fija, amenazante, avanzan silenciosos, con pasos lentos, cadenciados.
Portan extrañas bolsas negras, llenas de objetos de misteriosos, y sin una sombra de miedo están ocupando puntos clave, tienen en sus manos la Procuraduría.
De los ojos claros de los mastines parte una luz muy intensa, que deja a todos hipnotizados. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? La intellighenzia y los científicos.
…E Italia jugaba a las cartas, y hablaba de futbol en los bares, e Italia reía y cantaba…
Psss... psss...
Ahora trabajan más de prisa, tienen muchísimos aliados, han ocupado también la RAI, las grandes industrias, los obreros, también las escuelas y sindicatos
Ahora se quitan las capas, están ya seguros de haber triunfado, también las máscaras caen, ya no las necesitan, están sentados en el Parlamento.
Ahora se pueden ver, son una raza superior, son bellísimos y hitlerianos. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? Son los tecnócratas italianos.
Ahora trabajan más de prisa, tienen muchísimos aliados, han ocupado también la RAI, las grandes industrias, los obreros, también las escuelas y sindicatos
Ahora se quitan las capas, están ya seguros de haber triunfado, también las máscaras caen, ya no las necesitan, están sentados en el Parlamento.
Ahora se pueden ver, son una raza superior, son bellísimos y hitlerianos. ¿Quiénes son? ¿Quiénes son? Son los tecnócratas italianos.
Ein zwei, ein zwei, alles kaput!
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