jueves, noviembre 30, 2006
Métodos Colmillo para la investidura de Felipe
Método 1. La Zanahoria
1a. Aguinaldo por adelantado
A las 10:45 de la mañana, se escucha lo siguiente por el altavoz de la Cámara: "Se avisa a las señoras y señores diputados del PRD que sus aguinaldos ya están en caja. La caja estará abierta desde este momento hasta las 11:15". En ese momento, los legisladores del sol azteca dejarán la tribuna y correrán a la caja, en donde una burócrata bien entrenada, les entregará lentamente, pero no de manera desesperante, sus chequesotes". Mientras tanto, Felipe toma protesta.
1b. "Permuto pin"
En vez de ofrecer aguinaldo, por el altavoz se escucha: "Es una oferta, es una promoción, por solamente 30 minutos a partir de ahora cambiamos pines de diputado por centenarios de oro. Diputados de PRI, PAN, Verde, Nueva Alianza y Alternativa, absténgase".
Método 2. Estrategias diversivas
2a. Todos contra Canti
Cinco minutos antes de las 11 de la mañana, aparece el actor Carlos Espejel, caracterizado como Canti, de El Privilegio de Mandar. Se le ofrece un micrófono, y con él increpa a los diputados perredistas: "Oigan, chatos del Perredé no sean incrementosos, digo, porque no se vale que anden haciendo como que no, cuando sí..." . Previsiblemente, la diputación del sol azteca, indignada por el papel de Televisa en la campaña, se lanzará contra Canti, quien saldrá huyendo a velocidad, lo más lejos que pueda. Mientras dura la persecusión, Calderón toma protesta.
En una versión alternativa, en vez de Canti, es el ex presidente Carlos Salinas de Gortari quien los increpa y los hace corretearlo. Esta versión tiene una desventaja -Salinas cobra más caro que Espejel- y dos ventajas -es más odiado por los perredistas, lo que asegura la persecusión y tiene más condición física, por lo que tardarán más en atraparlo, dándole preciosos segundos a Calderón.
2b. Cirque du Soleil
Se anuncia, como previo a la toma de protesta, un espectáculo de Cirque du Soleil. Los legisladores no se dan cuenta de que uno de los trapecistas que bajan desde el techo lo hace precisamente adonde está Zermeño, el presidente de la Cámara de Diputados, quien le entrega la banda presidencial. Sólo cuando se ha quitado la máscara, se revela que es Felipe Calderón. Desde las alturas protesta servir la Constitución.
Método 3. El Método Maradona
Futbol colmillo llevado a la política. Así como los argentinos le dieron un agua con doping a Zico, en el partido contra Brasil del Mundial de 1990, unos eficientes agentes del CISEN, disfrazados de meseros de la Cámara, reparten agua a los diputados, un poco deshidratados tras pasar tres días seguidos en San Lázaro, pero con el cuidado de entregar a los perredistas agua adicionada con Turbomax (Dumb & Dumber) o Laxatón (Les Luthiers). Acto seguido, los presuntos boicoteadores corren a los sanitarios -previamente desprovistos de papel, para crear más caos-. Mientras aquellos cagan, Calderón asume.
Método 4. El Método Supertazón
Fox y Felipe llegan al pasillo de la Cámara, pero se detienen metros antes de toparse con la muralla perredista. Los alcanza Zermeño. En ese momento, el Estado Mayor instala uno de esos elevadores hidraúlicos que se utilizan en el medio tiempo del Supertazón para elevar a las estrellas del espectáculo. El elevador sube tres o cuatro metros. Ahí, con un micrófono inalámbrico también provisto por los amigos americanos, Felipe se pone la banda y jura como Presidente. Este método tiene un riesgo: que Fox se caiga del elevador. Pero es un riesgo de poca monta.
martes, noviembre 28, 2006
Diez novelas de ciencia ficción
Las diez novelas de ciencia ficción que más me han gustado:
1. Ubik, Philip K. Dick
2. The Naked Sun, Isaac Asimov
3. A Clockwork Orange, Anthony Burguess
4. ¡Qué difícil es ser Dios!, Arkadi y Boris Strugatski
5. Brave New World, Aldous Huxley
6. The Left Side of Darkness, Ursula K. Le Guin
7. Stranger From a Strange Land, Robert E. Heinlein
8. Solaris, Stanislaw Lem
9. El Genio, Dieter Elsfeld
10. The Time Machine, H.G. Wells
lunes, noviembre 27, 2006
El día que conocí a Raúl Velasco (Biopics atrasado)
Ahora que Televisa le prepara un homenaje, me acordé del día en que lo conocí. Estaba yo en la prepa y Raúl Velasco ya era Raúl Velasco. Siempre en domingo ya dominaba la pantalla nacional y acaparaba las tardes plácidas del fin de semana. Todavía no era un monstruo, pero ya anunciaba que lo sería.
En esa época a Velasco se le ocurrió hacer un concurso mensual de ensayo entre jóvenes menores de 18 años. Tema libre. Como premio, dos dotaciones de libros: una para el ganador; otra, para la institución que él quisiera. Efectivamente, aquel Siempre en domingo tenía cosas que la generación siguiente no recuerda.
A mi mejor amigo de la prepa, Raúl Trejo, se le ocurrió concursar con un ensayo creo que sobre medios de comunicación, así es esto de la vocación. Por supuesto, resultó triunfador. Me invitó a ir a recoger el premio, pero todavía no había decidido a qué institución le daría la segunda dotación de libros. Decidimos que fuera a la biblioteca de la escuela, buscamos al director de la biblioteca, no lo encontramos e hicimos, muy correctamente, una carta de aceptación. Yo falsifiqué la firma de Fritz Brehm.
Tomamos el Metro y recalamos en una oficina en Río de la Loza, donde nos esperaba, afable, Míster Televisión. Igualito que en la pantalla: camisa colorida de solapas anchas, lentes cuadrados de pasta, sonrisa perfecta. Nos recibió. Nos confundió (yo, modosito, me había puesto saco y corbata; Raúl iba con su eterna chamarra gris a cuadros). Felicitó a Raúl. Se echó un rollo acerca de la importancia de que la juventud contribuyera al progreso del país. Y luego nos soltó una noticia. Se dirigió a Raúl:
Lo siento pero, a diferencia de otros concursantes, tú no vas a poder recoger el diploma en el programa.
Al ver nuestra cara de extrañeza, dijo, a guisa de explicación:
Ustedes entienden.
Era el viernes 18 de junio de 1971. Ocho días después de la matanza del Jueves de Corpus.
Raúl, con la calma y la cabalidad que le caracterizan, respondió, en voz suave pero firme:
Entonces usted tiene miedo de que yo diga algo.
Velasco soltó una risa-mueca:
¿Miedo? ¡No, cómo crees! Son las circunstancias. Comprende. No es momento para presentar a los jóvenes.
Raúl lanzó a su vez una sonrisa, que quise ver como irónica. En el tono de sus palabras me había quedado claro que él no tenía la intención de decir nada peligroso. Le ofreció la mano a Velasco, que ahora sí sonrió con anchura y procedió a entregarnos los libros del premio. Unos 40.
He de agregar que eran libros de saldos viejísimos, sacados de alguna bodega polvosa. Yo me quedé con uno sobre problemas económicos, de 1958. Raúl, con tres o cuatro. Los demás fueron a parar a la biblioteca de la escuela.
(publicado en etcétera, noviembre de 2006)
jueves, noviembre 23, 2006
Mitos Geniales II. El Maese Lavalle (Biopics)
En el primer semestre de Economía me encontré con un cuate de la colonia, que encabezaba un grupo de chavos muy macizos, entre los cuales estaban el Coco Almazán y otros tres ex jugadores de los Pointers. Era alto, flaco y tenía una greña ondulada que le bajaba casi a media espalda. Se apellidaba Lavalle. Y era, para nosotros, el Maese Lavalle.
-Maeses, está mal eso de tener clases en Semana Santa.
-Maese Lavalle ¿por qué te decidiste a estudiar economía?
-Porque estoy muy preocupado por el futuro del muundo. El oro se va a acabar. Y si no hay oro, pues se van a caer todas las economíias. Yo por eso me quiero ir a Israel. Porque allí no va a haber ese probleema.
O en otra ocasión. –Maese ¿cómo te fue en tu examen de matemáticas?
-Maaal.
-¿Estaba muy difícil?
-Neeel. Estaba fácil. Eran cuatro preguntas de cierto o falso y yo fallé dos. Puse que todas eran falsas, pero dos eran verdadeeras. Le dije a la maestra que puse así para que las otras dos fueran más faalsas.
Una vez fue él quien empezó la conversación:
-Vi el otro día a Luis Chávez (uno de los pachequitos de su grupo) y estaá muy mal.
-¿Por qué?
-Imagínate, hizo un dibujito de Cristo (saca de su morral un papel con un dibujo y me lo enseña). ¿Verdad que está mal?
-Pues es un dibujo como cualquier otro.
-Neel. ¿Cómo puedes pretender dibujar a Cristo, si Cristo es el verbo encarnado? Es un atrevimiento. No se puede dibujar la luuz.
-No, pus no se puede dibujarla.
El Maese Lavalle sólo tomaba una clase conmigo. Geografía. Decía Mapes que cuando, sin razón aparente, Lavalle se daba la vuelta y lo miraba a los ojos, le daba miedo. Pues bien, el examen final de geografía consistió en un tema por fila. A desarrollar todo lo que sabíamos de ese tema. El Maese terminó en 20 minutos, entregó su hoja y salió muy tranquilo. Mapes y yo nos quedamos viendo los gestos desconcertados del maestro Bassols mientras la leía con ojos cada vez más abiertos. Empezamos a reír. Bassols dijo en voz alta: “¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡Esto es increíble!”. Luego se dirigió al salón, interrumpiendo el examen:
“Miren. El tema es ‘Población en México’ y el examen dice: ‘Población de México: 57 millones de habitantes; Ciudad de México: 8 millones; Guadalajara: 2 millones; Monterrey: 1 millón; Puebla: 200 millones; Los Ángeles: 5 millones’ Es todo”.
La clase entera se desternillaba de risa.
-“¡No se rían! ¡Esto es trágico!”, exclamó Bassols, con su voz nasal. Lo único que logró fue provocar más carcajadas, media clase se retorcía y no podía parar “¡Que no se rían! ¡Es trágico!”.
miércoles, noviembre 22, 2006
Diez Novelas Latinoamericanas
Las 10 novelas latinoamericanas que más me han gustado:
1. Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez
2. Crónica de una Muerte Anunciada, Gabriel García Márquez
3. La Guerra del Fin del Mundo, Mario Vargas Llosa
4. Rayuela, Julio Cortázar
5. Los Ríos Profundos, José María Arguedas
6. Tres Tristes Tigres, Guillermo Cabrera Infante
7. La Fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa
8. El Hombre que Amaba a los Perros, Leonardo Padura
10. La Ciudad y los Perros, Mario Vargas Llosa
Otras listas:
Novelas mexicanas
Novelas italianas
Novelas anglosajonas
Novelas en lengua alemana
Novelas de ciencia ficción
viernes, noviembre 17, 2006
Biopics: La Mira y Playa Azul
En la materia de Centro de Economía Aplicada había que hacer un trabajo de campo. Mapes lo quería hacer cerca de Las Truchas, Michoacán, una zona que había trabajado su papá, como geólogo. Me pareció buena idea. Nos juntamos con Foncerrada y Munguía y decidimos que el eje central del trabajo sería analizar cómo había afectado la nueva carretera a un par de comunidades rurales cercanas a donde se construiría, dentro de poco, una gran siderúrgica. En términos del trabajo: cómo afectaba el desarrollo de la infraestructura productiva a la superestructura ideológica. Mapes quería invitar al equipo a Patricia Bracho, una chava fresa, muy maquillada, coqueta, de labios gruesos, que usaba jeans ajustados y movía la cadera al caminar. El problema era que Patricia siempre tenía al lado a “
La gente de
martes, noviembre 14, 2006
Diez Novelas Mexicanas
Las diez novelas mexicanas que más me han gustado
1. Al Filo del Agua, Agustín Yáñez
2. Pedro Páramo, Juan Rulfo
3. Las Buenas Conciencias, Carlos Fuentes
4. Clemencia, Ignacio Manuel Altamirano
5. Morirás Lejos, José Emilio Pacheco
6. La Sombra del Caudillo, Martín Luis Guzmán
7. La Guerra de Galio, Héctor Aguilar Camín
8. La Muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes
9. De Perfil, José Agustín
10. Los de Abajo, Mariano Azuela
miércoles, noviembre 01, 2006
2º Carrera de la Radio; 5 kilómetros
El domingo pasado corrí los 5 kilómetros en la Carrera de la Radio. Lo hice después de un poco más de un año de entrenamiento. En esa época, apenas me levantaba, me servía un café, prendía un cigarro y me conectaba a internet. Taide, mi esposa, me hizo ver que me estaba jodiendo la salud de esa manera. Así que fui al circuito Ghandi, que queda cerca de la casa. Y corrí. A los 300 metros me detuve jadeando. Caminé otros 200 y volví a la carrera: apenas otros 300 metros. Estaba yo muy mal.
Así, poco a poco le fui aumentando distancia. Cuando ya había llegado a trotar 5 mil metros, empecé a hacer repeticiones. Mi condición física mejoró notablemente y me sentí en condiciones de alcanzar uno de los objetivos que me había trazado: participar en una carrera de calle.
En la oficina, algunos cuates me dijeron de la Carrera de la Radio. Ellos competirían en 10 k. Me animé y me inscribí.
Salí a las 7 de la mañana de casa, con un frío terrible, y caminé al Angel de la Independencia. Me estiré un rato, me encontré a los del trabajo, y salimos a mitad de un enorme pelotón. Mi estrategia era sencilla: trotar los primeros dos kilómetros y medio, y soltarme en la segunda mitad de la competencia. Yendo por Mariano Escobedo, a la altura del kilómetro 2, me esperaban las Taides -esposa e hija-, junto con mi cuñada Hilda, que estaba de visita en México. Les mandé besos de corredor. A la altura del circuito Ghandi fui apretando un poco, pero sí estaba cansadón. Ya de regreso, cerca de la Diana veo que mi hija corre para tomarme una foto con su reciente celular; en el intento, me acompaña como un kilómetro. Mi idea era cerrar con un sprint, acelero pero las piernas no dan para mucho. Cruzo la meta y a los pocos metros me espera un güey con una paleta para medir el chip con el tiempo. Unos cuantos metros más, y veo la sonrisa de Taide la grande. Un beso satisfecho que me sabe riquísimo. Luego me dan media naranja, agua, bebida hidratante y medalla de participación. Regresamos a pie a casa (y ya el trecho me parece bastante más largo que de ida).
Aparecen los resultados en internet. El mío: 35:12, tiempo de balazo. Había hecho como 34 y medio entrenando. Hay que ver qué diferencia hay entre tiempo de balazo y tiempo real.
Al día siguiente, en el periódico, resolvemos el enigma. Por un lado, César Martinez midió su tiempo con su reloj-cronómetro. Tardamos 2 minutos y 1 segundo, desde el disparo, en cruzar la línea de salida. Por el otro, la foto que está en el sitio revela que crucé la meta en 35.00 (los 12 segundos fueron lo que se tardó el monito del chip en verme y yo en llegar a él). O sea que hice 32:59. No está mal, tomando en cuenta que sigo fumando demasiado y que no competía en los 5 mil metros planos desde el lejano 1971.
En la foto, los Crónicos: de izquierda a derecha, abajo: yo, Toño Dávila y Adrián Castillo; arriba: César Martínez. Falta en la foto Erika, la hija de César.