Teníamos una tele en blanco y negro, que captaba una cantidad enorme de canales –en México sólo se veían los cuatro de televisa, los dos de Imevisión y el 11-, lo que generaba en mí dos sensaciones paralelas: el gusto por darle vueltas al dial y el enojo de entender que las condiciones técnicas estaban dadas para que en México hubiera una proliferación de canales que la colusión Televisa-gobierno impedía.
Veíamos poco la RAI y mucho los canales de Berlusconi, que además de las caricaturas que le gustaban al Rayo (allí conocimos a “Los Supercampeones”) tenían una programación más moderna y, en algunos casos, provocadora: era la manzana de la tentación con la que atraparía a media Italia. También TeleMontecarlo, con buenas pelis y transmisiones deportivas –como la Universiada o las peleas de Julio César Chávez-. Una emisora menor pasaba telenovelas mexicanas y otras producciones de Televisa –Andrea, el personaje de Angélica Aragón de “Vivir un poco” se convertía en Andreina y los chistes de Héctor y Alejandro Suárez perdían toda la gracia en la traducción-. Había, además, docenas de canales de teleofertas, algunos delirantes (uno que vendía joyas y pieles, por ejemplo).
Pero vayamos al grano.
El programa Lupo Solitario se transmitía en Italia1 y era una maravilla que combinaba humor e inteligencia como no lo he vuelto a ver.
Lupo Solitario (Patrizio Roversi) era un tipo que viajaba en un dirigible por el mundo, acompañado de sus dos fieles asistentes, la poco agraciada pero presuntamente muy sexy Syusy Blady y el mudo Vito. Desde ese zeppelín, Lupo “pirateaba” señales de todo el mundo (es un decir) y tenía conexiones con distintos personajes. Los créditos y una parte del habla del Lupo eran en esperanto “para entendernos mejor”. En el programa había absolutamente de todo. Por ejemplo:
Syusy Blady, con su micrófono de peluche, hacía cotidianos scoops, grandes exclusivas chismosescas. Iba a la casa de Umberto Eco y hablaba con el portero: “¡Qué gran exclusiva, estoy con el portero de Umberto Eco! Dígame, ¿cómo es? ¿Saluda? ¿Se quita el sombrero al saludar?” Y el portero: “Sí, muy amable”. Luego Siusy, indefectiblemente, iba a hurgar en el tarro de la basura del intelectual famoso. “¡Miren, bebe vino de marca popular!”, “¡Lee el Corriere della Sera y Repubblica!”, “¡Comió queso y ensalada… aquí hay unos restos!”. Y así con muchos, salvo con el portero de Federico Fellini, quien corrió a Syusy con malos modos: “¡Qué exclusiva, el portero de Fellini me echó de su edificio!”.
Aparece el poeta soviético Evgueni Evtuchenko en un matadero. Recita uno de sus poemas en ruso (abajo aparecen los subtítulos), atrás de él pasan las reses en canal. El poema no se escucha muy bien porque hay un ruido ensordecedor.
Lupo se conecta con Los Creativos, que le pasan algunos de los comerciales de televisión más ridículos que se pueda uno imaginar, tercermundistas en su mayoría. La Noche de los Publívoros avant la lettre. Por cierto que, a mi regreso a México, me topé con que nuestros creativos habían copiado uno de los anuncios más idiotas de la televisión africana.
Conexión con dos (falsos) policías disfrazados de pareja de novios –uno de ellos, travestido- que querían servir de carnada para el Monstruo de Florencia, un asesino serial que actuaba por esa época.
Pasamos a otra fábrica. Sobre montacargas que se comportan como carros chocones –pero nunca llegan a tocarse- los distintos miembros de un grupo de jazz tocan algo gruesísimo. De nuevo el juego con el escenario.
Conexión con el caricurista pánico francés Topor, conocido por El Planeta Salvaje. Está pedísimo. Topor y Lupo discuten de nada.
Mesa de discusión sobre cuál es la verdadera televisión con los conductores de los más insistentes programas de televentas. El que vende chimeneas acaba insultando a Lupo. “Culo solitario”, le dice.
Sección de crítica de libros. La sensual Eva Robins –una transexual- analiza los best-sellers del momento. Indefectiblemente Eva hace el cálculo exacto de liras por página. Después decide el destino del libro. Uno lo utiliza como calza para una mesa con las patas desiguales. De otro arranca 18 páginas que valen la pena y lo demás lo tira a la basura. Un tercero va enterito al fuego de la chimenea.
Y lo mejor de Lupo Solitario era su conexión con la televisión de Croda, un país de Europa del Este. Los conductores de la televisión crodense –comediantes conocidos como los Gemelos Ruggeri- hablaban maravillas de su país en un italiano con chistoso acento eslavo, presentaban documentales de pena ajena sobre los grandes avances socialistas, consideraban superiores a unas caricaturas hechas con tres rayitas y, obviamente, se regañaban mutuamente cuando alguno de ellos decía algo impropio. El asunto se desarrolló al grado que acabaron filmando una bufa “Historia de Croda”, con toques eisenstenianos (el malvado emperador prerrevolucionario era Vito y la emperatriz, Eva Robins). Juntados los episodios, da un filme de una hora.
Lupo Solitario duró sólo una temporada. El mismo grupo de comediantes presentó para el siguiente una propuesta todavía más atrevida, que fue rechazada por la empresa de Berlusconi. La dulcificaron y le cambiaron el nombre.
Hace algunos años era posible ver algunos capítulos del querido Lupo por youtube, pero la empresa dueña de los derechos hizo que se retiraran. Lo que hay ahora es pedacería mal grabada.
Como diría el propio Roversi: “Ah beh beh, che schifo!” (Ah beh beh, ¡qué asco!).
Aquí, algo de lo que se salvó:
"Bajo el cielo de Croda":
"Bajo el cielo de Croda":
Uno de los capítulos de "La Historia de Croda":
Y la entrada de la emisión, con un cachito de los Creativos: