He comentado que uno de los puntos que, al igual que al resto del pemetismo sinaloense, me diferenciaba del Comité Nacional, era la actitud ante la reforma política impulsada por el gobierno de José López Portillo, conocida como
López Portillo había abierto las elecciones a partidos no registrados, lo que ofrecía espacios de acción política legal, tanto a quienes habían pugnado por una apertura electoral como quienes habían optado por la violencia, en agrupaciones guerrilleras. Por un lado, el gobierno cedía a la presión popular; por otro, el sistema priísta buscaba vías de legitimación, después de unas elecciones presidenciales en las que sólo contendió el candidato oficial, y que daban muy mala imagen.
La reforma liquidaba la figura de diputados de partido e introducía el sistema mixto de representación: 300 diputados elegidos por la vía tradicional, de ganador de distrito, y 100 diputados elegidos en listas plurinominales.
Era paradójico que una de las agrupaciones que más había luchado por una apertura democrática profunda, precisamente el PMT, a la hora de la verdad haya decidido no acogerse al registro condicionado y luchar por el registro definitivo para otra fecha. El argumento central de Heberto era que, como el gobierno controlaba las elecciones, tenía en sus manos los números y el condicionamiento electoral era, en realidad, condicionamiento político: es decir, nos podía hacer fraude. El camino del registro definitivo sin haber contendido anteriormente estaba diseñado para que nadie lo recorriera.
Una parte del cálculo de Heberto era política, y sus razones tenía para prever que los manejos del gobierno –en esa época Gobernación controlaba las elecciones- querrían castigar al partido. La otra parte estaba fundada en la desconfianza hacia las propias fuerzas. La implantación del PMT en el país era muy desigual y, organizativamente, estaba muy atrasado. Heberto desconocía, por otra parte, el alcance de su influencia en la cultura política del país en ese momento (tengo la impresión, mas no la certeza, de que en aquel entonces la subestimaba, así como considero que años después la apreció en exceso).
Por nuestra parte, en Sinaloa éramos un partido bastante activo, con muchos miembros. Todos estábamos convencidos de la vía electoral y pensábamos que podíamos ser competitivos en el terreno local. Así que, cuando el gobierno estatal –como siempre, a la seguidilla del federal- planteó realizar unos foros para una reforma político-electoral en la legislación estatal, el tema nos interesó.
La reforma política local interesó también, por supuesto, al Partido Comunista y, a instancias de Jorge Medina Viedas, varios partidos de izquierda nos reunimos para elaborar una posición común ante la iniciativa. Por el PMT asistimos Renato Palacios y yo; por el PCM, Medina Viedas y Audómar Ahumada, por el trosquista Partido Revolucionario de los Trabajadores –que en Sinaloa no era más que el membrete de un activista- fue Simón Castillejos y por el Partido del Pueblo Mexicano –que tenía presencia limitada en el sur del estado- un cuate que estuvo como convidado de piedra. El resultado fue un documento del que redacté la mayor parte, que publicamos como desplegado en los periódicos locales el 23 de junio de 1978, y que decía en sus párrafos sustanciales:
“No se puede hablar de reforma política refiriéndose exclusivamente a cambios en la legislación electoral, sin garantizar que las mayorías populares, hasta ahora marginadas del quehacer político, tengan acceso a las decisiones de Estado. Esto implica necesariamente que:
Los obreros y los campesinos tengan plena libertad de afiliación al partido que más les simpatice, sin que esto ponga en peligro su fuente de trabajo,
Se termine la práctica nefasta de que son los sindicatos y los ejidos como tales, y no sus miembros, los que participan en los partidos políticos,
Se respete el derecho de sindicalización irrestricta de todos los trabajadores, incluyendo soldados y marinos,
Se garantice el derecho irrestricto de huelga y de contratación colectiva para todos los trabajadores,
La desaparición de los delitos de carácter político y social, y poor lo tanto, que se decrete una Ley de Amnistía,
Se elimine la intervención estatal en los sindicatos, a través de
Termine la intervención estatal en las organizaciones campesinas
Se respete efectivamente el voto popular,
Se establezca el voto proporcional y se termine con los diputados de partido,
Se suprima la intervención policiaca que sufren quienes pretenden organizarse con independencia del gobierno…
…
…los partidos de izquierda abajofirmantes sostenemos que una verdadera reforma política en Sinaloa dene fundarse en lo siguiente:
-Libertad de afiliación de los trabajadores de todos los sindicatos
-Sistema electoral de características absolutamente proporcionales, de manera que, realmente, la representación de los órganos de elección popular esté en correspondencia con la voluntad del pueblo
-Que el número mínimo de afiliados para que una organización pueda ser reconocida como partido estatal sea de mil ciudadanos
-Que las formas internas de organización de cada partido sean respetadas en lo absoluto
-Existencia plena de derechos políticos para ministros de culto religioso, soldados y marinos
-Que
-Que las comisiones electorales en el estado estén integradas exclusivamente por un comisionado de cada partido y, en caso de que existan, también por un representante de cada candidato independiente.
En el sentido de lo antes manifestado, los partidos signatarios vemos conveniente comparecer a las audiencias de
…Partimos de entender, desde luego, que la reforma política debe ser obra de la lucha de los partidos populares, de la clase obrera y del pueblo en un concierto de unidad y organización. Desechamos toda ilusión de que una reforma política, e incluso electoral, sea sólo por decisión unilateral del gobierno. El pueblo debe darse su régimen de convivencia que estme acorde a sus intereses…”.
Firmábamos, en el orden, PMT, PRT, PCM y PPM.
La siguiente semana, los compañeros del Comité Estatal del PMT estuvimos preparando el documento que presentaríamos ante
El texto citaba varias partes de la declaración de principios del partido y decía, además, que “suponer que una reforma electoral es, en sí, una reforma política, equivale a igualar participación con delegación”, pasaba por una crítica a
En esa magia estábamos cuando llegó una comunicación tronante del Comité Nacional. Alguien, desde Mazatlán, les había enviado el desplegado y Heberto nos desautorizaba a participar en las audiencias, porque era “hacerle el juego al gobierno”. Además, nos cagoteaba por haber aceptado, en el texto, los derechos de los ministros de culto (un tema caro al PCM) y, peor, la sindicalización de soldados y marinos (una insistencia del PRT).
-Pues en lo de los soldados y marinos sí tiene razón Heberto –alcanzó a decir Guevara, compungido.
A los pocos días, Liberato Terán, del PC, vino con un recado:
-En las audiencias de la reforma política nos preguntaron si ustedes iban a asistir. Les respondimos que no somos sus mandaderos.
-Pues entonces no le digan al Secretario de Gobierno que no vamos a poder ir –ripostó Guevara.